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el ritmo que nos mueve

Vilma

Vilma Trabajo en una escuela que está a cuarenta y cinco minutos de la ciudad. La población consta de unas 20 casas chicas, un preescolar, una primaria, una secundaria, un cuarto de enfermería y dos tienditas. Y allá, en medio de cien alumnos que no hacen más que querer salir para mirar la carretera sola, está Vilma.
En una clase les pedí que escribieran una historia que hablara sobre la libertad. Muchos se opusieron, y no hubo modo de persuadirlos. Pero aquellos pocos, lo hicieron bien, sobre todo ella, quien escribió un texto de una hoja entera.
Ese mismo día les dejé un trabajo para el día siguiente, prometiéndoles que el que trajera más elementos de la cultura, se ganaba un libro. El martes, aquella niña se presentó puntualmente en clase. Les recordé mi promesa y pedí la tarea. Cuando llegué a su pupitre, descansaba su cuaderno con cuatro hojas repletas de elementos que conforman la cultura.
Al final de clase la llamé y nos quedamos conversando unos minutos en el aula. Le pregunté a quemarropa si le gustaba leer, después si escribía. Me dijo que poesía y cuento. Le regalé otro libro diciéndole que yo también escribía y que cualquier cosa que se le ofreciera, me buscara. A los diez minutos llegó a mi oficina. Quería saber qué opinaba de dos poemas suyos.
En el camino a casa, no pude pensar en otra cosa que no fuera la imagen de Vilma, con un cuaderno abierto en medio de los campos muy cerca del mar, escribiendo poesía.

1 comentario

syl -

Todos queremos ver a Vilma, leer a Vilma, queremos a Vilma. Qué lindo tú, qué lindo.